PRUEBA: Ford Fiesta XR2 (1986)

PRUEBA: Ford Fiesta XR2 (1986)

¿Cuánto necesitas para divertirte en un tramo de montaña?

Cuando alguien que vende un coche por Internet pone de foto principal una foto del mismo en las puertas del Circuito del Jarama de Madrid hay dos cosas seguras: al dueño le gustan mucho los coches y el coche tiene algo especial. Así fue como encontré a Jorge y su Ford Fiesta XR2 de 1986 que he podido conocer al detalle y conducir durante una calurosa mañana de Agosto. 

Quizá te pase un poco como a mi. Yo no he crecido con este coche (aún no había ni siquiera nacido…) pero como apasionado de los coches es inevitable saber lo especiales que eran estas pequeñas balas de los 80 con menos de 1.000kg, motores alegres y unas puestas a punto muy afinadas para la época. 

Puede que te suenen más los Peugeot 205 GTX o el Opel Corsa GTi pero según las reseñas de la época este Fiesta XR2 poco tenía que envidiar a estas pequeñas latas deportivas que sacaban a relucir rápidamente en cualquier tramo de curvas quien era un buen conductor y quien sabía pilotar de verdad. 

Vale que solo tiene 96CV y 124Nm de par por lo que sobre el papel tampoco parece ser un coche especialmente rápido, pero con un peso en vacío por debajo de los 900kg prometía mucha diversión por muy poco dinero. Sólo hay una manera de comprobarlo, ¿no crees?

Esta unidad está todavía en venta a fecha del artículo. Si te interesa, yo me daría prisa… [encuéntralo aquí]

Pero…¿qué es esto?

El Ford Fiesta es el coche más pequeño que ofrecía la marca en los 80. Había nacido en 1976 para competir con el exitoso Renault 5 de la mano del diseñador Tom Tjaarda -diseñador del Ferrari 365 California, del primer Fiat 124 Spider o del impresionante De Tomaso Pantera, entre otros- y éste que te traigo hoy es su segunda generación de las 7 que ha habido, contando con la actual en venta. 

Se trata de un mini compacto de 3 puertas y 5 plazas (sí, antes estos coches estaban hechos para 5 y no para 2 personas con piernas + 2 sin piernas como los de hoy en día). Este modelo en concreto era la versión motor más deportiva denominada XR2 y montaba el motor 1.6 CVH atmosférico del Ford Escort XR3 en posición delantera transversal, carburador Weber de doble cuerpo y caja manual de 5 marchas.

Podría decirse que este coche era el equivalente a un Ford Fista ST a día de hoy, pero con casi 35 años de diferencia, la mitad de potencia y un cilindro más…sí, has leído bien. 

Ford Fiesta ST 2021, la interpretación actual del Fiesta XR2. Con 200CV y menos de 1.300kg parece una bomba muy efectiva [fuente]

Paseo por fuera

Nunca habría dicho antes de montarme en uno que este XR2 fuese un coche que llamase la atención, pero durante el tiempo que he estado con él mi opinión es bien distinta ya que las miradas y los pulgares hacia arriba se sucedían por cada zona poblada que cruzábamos. La causa: una combinación de lo bien que está conservado y unas formas sencillas pero atractivas que han aguantado el paso del tiempo muy bien en este pequeño Ford. 

Y es que ya desde que lo veo llegar me enamora. Su color negro reluce como si fuese nuevo y los toques en rojo que Ford Racing incorporó a su carrocería con pegatinas le dan ese punto justo de deportivo pero sin perder la elegancia. Los ensanchados paragolpes de plástico negro también están rematados con detalles en este color, siendo estos el mayor acierto de su diseño. 

Los ligeros toques en rojo combinan a la perfección con el negro brillante de la carrocería y el mate de los plásticos

Permiten que el coche se vea ancho y bajo sobre todo desde su vista delantera. Esta versión remata una estética con reminiscencias de coche de rally gracias a los dos faros de largo alcance redondos.

El lateral es relativamente sencillo, obviando el diseño de las curiosas llantas tipo «pimentero», como las conocen los ingleses. Pero es cuando me acerco a la trasera cuando el Fiesta muestra su mejor cara. Y es que si el morro ya es bajo, la trasera parece que lo acompaña con una caída del portón trasero bastante pronunciada dándole un aspecto de coche aplastado por detrás. Y eso mola. 

Un discreto spoiler negro bordea la gran luneta trasera terminando en unos sencillos faros verticales muy escorados -más sensación de trasera gorda– y la sencilla salida de escape rematan una estética relativamente discreta pero suficientes detalles carismáticos como para saber que este «no es solo un Fiesta».

Las llantas en persona le dan un aspecto único

Paseo por dentro

Y al abrir la puerta la sensación es muy similar, con cambios sutiles con respecto al Fiesta normal pero que delatan a los ojos más entrenados que no es un Fiesta normal. Lo que más llama la atención desde el primer momento es el curioso diseño del volante del Fiesta de esta generación, con dos grandes agujeros a cada lado (¿tendrían algún uso?) y un con algo más de grosor en este XR2.

Detrás del mismo se muestra lo mínimo: velocidad, revoluciones, temperatura del agua y nivel de gasolina. Comparando esto con las sofisticadas pantallas actuales resulta realmente parco, pero también me hace cuestionarme para qué necesitamos tanta información hoy en día…

La moda de las coloridas tapicerías de tela ha quedado atrás pero en coches así de bien cuidados queda como un guante

Moviendo la vista a la derecha me encuentro con unos mandos sencillos, una palanca de cambios bastante larga -una ventaja, como te contaré ahora- y unos asientos deportivos tapizados en tela que en fotos parecen poca cosa pero que en persona me han sorprendido bastante por su comodidad y agarre lateral. 

Pero lo más curioso es la cantidad de espacio que hay dentro. Es cierto que los coches actuales son mucho más seguros y esa seguridad tiene que venir de algún sitio, pero llama mucho la atención lo delgada que es la puerta haciendo que, pareciendo un coche pequeño desde fuera, por dentro sear realmente espacioso, cómodo y completamente utilizable en el día a día. 

Un diseño de volante único, a juego con las agujereadas llantas

Paseo al volante

Pero no puedo esperar más; llevamos un buen rato recorriendo un divertido tramo de montaña y estoy literalmente salivando con la idea de ponerme al volante. Por fin toca cambiar de asiento y lo primero que noto ya da buenas sensaciones. Voy sentado bastante abajo, más incluso que en un MINI actual por ejemplo, la visibilidad aún así es muy buena y el volante , aun sin estar muy vertical, tiene un tamaño pequeño quedando muy cerca la palanca de cambios del mismo. 

Piso embrague, punto muerto y llave de contacto. En seguida arranca el animado 1.6 con una bonita nota de escape que hace que se me escape una sonrisa. Meto primera y salimos con un empuje bastante mayor del que esperaba para un coche de esta potencia. Meto segunda y todo parece estar sincronizado a la perfección. Bueno, todo menos yo, que necesito unos minutos para hacerme con el acelerador.

La apertura del capó en dirección contraria facilita el mantenimiento del motor 1.6 

Y es que este pedal está algo alto para los estándares actuales y su recorrido es realmente corto de esos que hay que tratar con mimo porque son un todo-nada. Esta diferencia de alturas con el freno ya me adelantan que el punta-tacón requerirá algo de aprendizaje, pero es pronto para hablar de esto. 

Poco a poco empezamos a subir el puerto y a estirar las marchas, algo que se convierte en una adicción. Su motor sube realmente rápido de vueltas pero lo que más me impresiona es lo bien que suena. Sin duda esto aporta un plus a mis neuronas que se piensan que estoy yendo mucho más rápido de lo que en realidad estamos yendo.

Desde el Alpine A110 FASA (1972) no conducía un coche sin dirección asistida por lo que en las primeras curvas lentas me toca recalibrar mis manos y recordar que el volante irá ganando (bastante) peso en las curvas más lentas para aligerarse notablemente al ir aumentando la velocidad. ¿Algo malo? ¡Todo lo contario! En este XR2 descubro que su dirección es probablemente lo que más me está gustando del coche. Es realmente sensible a pequeños movimientos del volante a velocidad media-alta y encima informa bastante a través del volante. 

Este Fiesta XR2 de segunda generación todavía no tenía inyección, trabajabando con un carburador de doble cuerpo que hoy en día pocas manos saben afinar ya

Las carreteras donde lo he conducido estaban en un estado realmente bueno casi recién asfaltadas por lo que no he podido comprobar si copiaba mucho las imperfecciones pero la conexión con lo que estaban haciendo las ruedas se podía notar mucho mejor que cualquier coche actual por muy deportivo que sea. 

Con todo el respeto del mundo por el impresionante estado en el que está el coche (y porque su dueño va sentado al lado, no nos engañemos) voy subiendo el ritmo poco a poco que para algo me conozco esta carretera al dedillo. Alargar las marchas hasta casi el corte es una de las cosas más adictivas del coche, principalmente por el sonido que entra directamente en el habitáculo pero sobre todo al llegar a las 4.000rpm aproximadamente que es cuando el segundo cuerpo del carburador se abre y sigue empujando con muchas ganas. 

La mejor vista sin duda, sus 3/4 trasera

Y es que el par máximo (124Nm) está disponible desde muy abajo (2.800rpm) pero para exprimir su máxima potencia (96CV) hay que subirlo mucho, en concreto a unas 5.500rpm, solo 500rpm por debajo del corte. Quizá la experiencia en este tipo de carreteras solo se ve empañado un poco por el escalonamiento de las marchas ya que sus relaciones son bastante largas. No quiero decir que sea malo, incluso algunos lo encontraran toda una ventaja porque te permite recorrer un tramo de montaña revirado prácticamente en una sola marcha, pero como te puedes imaginar esto mata un poco la diversión. 

¿Y qué tal frena? Pues como con el acelerador, toca recalibrar ligeramente el pie ya que, aunque sí que tienen servo, su tacto es «a la antigua», teniendo que ejercer bastante presión para parar el coche pero que una vez cogido el punto permite regular muy bien la cantidad de mordida que quieres que pase a sus frenos. Frenos que por cierto relativamente avanzados para la época en un coche tan asequible, montando discos ventilados en el eje delantero. Las pastillas y discos eran nuevos por lo que estaban aún asentándose y se transmitían pequeñas vibraciones en el pedal en frenadas firmes, pero es algo que unos pocos kilómetros hará desaparecer. 

Ojalá Ford hubiese mantenido lo del logo rojo en las aletas. Discreto, pero sonríes al verlo antes al subirte

Pero esto no resta ni un gramo de diversión a un conjunto con el que ya me encuentro mucho más cómodo como para buscar un paso por curva rápido. Como todo lo anterior, su comportamiento resulta noble, tendiendo a irse más de morro que de atrás y virando bastante plano aunque notablemente menos que cualquier compacto pequeño actual de corte deportivo. La suspensión es de tipo McPherson delantera y de eje rígido con barra de Panhard en la trasera y se nota dura pero para nada seca ni rebotona, con una puesta a punto para mi casando perfectamente con el enfoque del coche.

Y es que aunque intentes buscarle las cosquillas a este XR2, su comportamiento es muy noble; tan solo sus pequeños neumáticos me avisan con un tímido chillido cuando apuro el paso por curva como diciendo que ahí es donde el coche está cómodo de verdad. 

¡Qué divertido es!

La palanca de cambios es larga con recorridos también largos, pero su funcionamiento es muy preciso

Aquí el Fiesta está en su elemento y como me confirma Jorge, el coche no ha pisado circuito ni debería hacerlo. Ahí todo se quedaría corto pero en este tipo de carreteras de curvas cerradas y horquillas el XR2 se encuentra como pez en el agua. Los asientos de tela tienen un sorprendente agarre lateral tanto en los muslos como en los costados, su dirección no se calla nada y el sonido…¡bendito escape deportivo! 

Por desgracia la mañana va avanzando, las curvas cerradas se terminan, empieza a pegar el calor y se acerca el momento de dejar el coche de vuelta con su dueño. Y tengo que reconocer que este Fiesta me ha sorprendido, y mucho. 

Algo tan simple como unos faros de largo alcance dan al coche una estética totalmente diferente

Conclusión

Cada vez que pruebo un coche de este tipo me pasa lo mismo. Pienso: 

  1. ¿Cómo podría hacerme con uno?
  2. ¿De verdad necesito mucho más que esto para divertirme los fines de semana?

Y es que luego cojo otros coches mucho más nuevos, con potencias que triplican la de este Fiesta, con una sofistifacción a nivel de chasis e interior que parecen separarse 50 años de este modelo y se me olvida. Pero estos coches están hechos por y para ser divertidos, no radicales. O por lo menos hoy ya no lo son gracias a unas carreteras en un estado infinitamente mejor.  

Por supuesto que le falta potencia para ser más efectivo y un grupo corto solucionaría el escalonamiento conservador de su caja pero si buscas un coche asequible, divertido y en un estado de colección (LITERALMENTE) no busques mucho más porque puedo decirte por experiencia que existen pocos coches con 35 años a sus espaldas tan bien conservados como este Fiesta XR2. 

Solo hay que ver detalles como el perfecto estado del volante. Habrá pocos XR2 en España así, y encima con sólo 40.000km…

Yo me quedo con un sonido que enamora, una dirección muy comunicativa, un pequeño motor que empuja mucho más de lo que me esperaba, una suspensión firme pero utilizable en el día a día y una estética que ha envejecido asombrosamente bien y no tengo duda que lo seguirá haciendo.

Y tú, si lo compras, te llevas un coche con el que nada más arrancarlo en tu garaje un domingo a las 7:00h de la mañana conseguirá hacerte sonreír como un niño que va a hacer trastadas por la sierra a velocidades legales y con la seguridad de que no te cruzarás con otro igual…