PRUEBA: Toyota GT86 (2012)
¿El deportivo más especial de Toyota?
El Toyota GT86 es un coche controvertido y claramente incomprendido. Estoy seguro que tú, que sabes de coches y te gustan casi hasta rozar la obsesión, te has visto alguna vez en la tesitura de valorar su compra bien como coche nuevo o bien de segunda mano y te has preguntado: ¿me parecerán pocos sus 200CV? ¿me decepcionará como deportivo por su aparente falta de par? ¿me costará seguir el ritmo a coches menos glamurosos?…
Todas esas preguntas me las llevo haciendo en mi cabeza 12 años y, aunque no es la primera vez que me monto en un Toyota GT86, sí es la primera vez que he podido conducirlo por autovía, ciudad y carretera de curvas simulando lo que podría ser un día normal en este coupé deportivo asequible de tracción trasera y cambio manual.
¿Será mejor opción que un Mazda MX-5? ¿Y que el insuperable Toyota GR Yaris? Salgamos de dudas.
El GR Yaris es el Toyota del momento pero no bajan de 35.000€.
El último Toyota GR86 anda también por esos números, así que este Toyota GT86 por debajo de 25.000€ parece algo más razonable.
Pero…¿esto qué es?
Si quieres conocer la historia al completo del Toyota GT86 y de su mellizo, el Subaru BRZ, te recomiendo que te leas primero este artículo donde te contaba su historia con todo detalle. Pero por si no tienes tiempo, te resumo: el Toyota GT86 es un coupé deportivo 2+2 de tracción trasera, manual (automático como opción), motor atmosférico bóxer de 200CV y 205Nm de par, ligero (algo más de 1.300kg), barato (costaba 30.000€ en 2012) y desarrollado desde cero de manera conjunta entre las dos marcas japonesas.
Se puso en el mercado en 2012 y desde el primer minuto la prensa se deshizo en elogios. Jeremy Clarkson demostraba lo sencillo que era derrapar mientras leía un libro, Chris Harris lo disfrutaba sin remordimientos en el Circuito del Jarama de Madrid y prácticamente cualquier publicación en papel y online alababa su comportamiento al volante, calificándolo como el mejor deportivo económico del momento.
Pero unos cuantos empezaron a sembrar la semilla de la duda entre el público: que si tenía poca potencia, que se quedaba corto de par, que consumía demasiado combustible y encima sólo bebía gasolina 98…comentarios que poco a poco han ido haciendo una mella irremediable entre los aficionados quienes siempre nos preguntamos si realmente el coche estará a la altura del revuelo que se generó a su al rededor en su lanzamiento.
El Toyota GT86 que te traigo hoy es uno de los primeros que se vendió en nuestro mercado, tiene muy pocos kilómetros y lo más importante, está completamente de serie (a excepción de las llantas, de las que luego hablaremos). Mi objetivo era salir de dudas y poder tener una opinión personal de este deportivo japonés; tras 5 minutos al volante ya la tengo: me he enamorado.
Al volante del mejor deportivo de Toyota del Siglo XXI
Abro la puerta, me deslizo en sus bajísimos asientos tapizados en una mezcla de cuero y algo que parece alcantara y arranco el 2 litros boxer que me saluda de manera tímida. Meto primera, segunda, tercera y casi antes de coger la carretera el Toyota GT86 me ha ganado. Su dirección es MUY comunicativa pese a tener asistencia eléctrica (esto he tenido incluso que revisarlo, porque no me lo creía) y la suspensión resulta mucho más cómoda de lo que el coche aparenta por fuera.
La posición de conducción es de libro. Voy con las piernas bien estiradas, el culo bien abajo, la palanca de cambios a un palmo del volante y me asombra su buena visibilidad. Noto cómo los pétalos laterales de los asientos recogen el cuerpo y mi cabeza sólo piensa en una cosa: ¿cuándo llegan las curvas?. Tras un breve tramo de autopista llegamos al primer tramo revirado de 2ª-3ª, bajo una marcha y acelero progresivamente.
En contra de lo que me esperaba, el coche empuja bastante desde unas 3.000 vueltas pero es a partir de las 5.000 donde se siente cómodo de verdad. El acelerador es largo así que permite jugar con él, pero es de esos coches que encuentran su punto dulce de la parte media del pedal en adelante. Las 6.000 vueltas están ubicadas en «las 12» del cuenta y curva tras curva me doy cuenta que casi todo el rato mi cuerpo me pide llevarlo en torno a esa zona.
No se nota espectacularmente rápido pero me estoy divirtiendo muchísimo más que con coches el doble de potentes a esta velocidad y no soy capaz de identificar exactamente qué me hace sentir tan conectado con la carretera. Porque no es una cosa solo. La dirección es ligera en sus primeros grados pero gana peso de manera muy natural, el volante es pequeño y delgado (con sólo 365mm de diámetro, era el más pequeño de Toyota en aquella época), la suspensión tiene recorridos generosos pero al llevar el culo tan abajo mi cabeza se mantiene en su sitio y los pedales parecen estar pensados para mis pies y mi cerebro.
Nada destaca especialmente por encima de todo lo demás pero es el conjunto completo el que consigue que incluso yendo a una velocidad normal, me esté divirtiendo y mucho. Tanto que me vienen a la mente el ligerísimo Alpine A110 o el Mazda MX-5, coches muy diferentes entre sí pero que se sienten ligeros, ágiles y capaces de transmitir mucho con «muy poco».
Y pongo «muy poco» ente comillas porque este coche corre. Corre más que un Miata y por supuesto menos que el A110, pero en carreteras como las que he podido conducirlo de como mucho 4ª velocidad, no considero ni que le falte par ni que le falte potencia. ¿Aguantaría más caballos?
Seguro, pero este coche no va de eso. Va de conducir bien y disfrutar haciéndolo.
Si fallas de marcha, un turbo no te salva aquí a la salida de las curvas y probablemente cualquier compacto de tracción delantera y 200CV como el Hyundai i20N, el Ford Fiesta/Puma ST o un VW Polo GTi sean más rápidos pero te aseguro que llevarán una sonrisa más pequeña que la que tengo yo ahora.
¡Y encima suena bien! No llama la atención por fuera -Toyota sigue teniendo que ponerse las pilas en este aspecto- pero dentro suena MUY bien. Sucede justo al contrario que con un Miata, donde sus 4 cilindros suenan mucho dentro con un sonido poco atractivo mientras que su escape tiene una nota más alegre. Aquí la nota alegre la pone el motor dentro del habitáculo, con un tono muy característico que no recuerdo haber escuchado en otro motor de 4 cilindros.
No sé si el motivo es la distribución horizontal de sus cilindros o el generador de sonido que Toyota desarrolló y que se disimula de manera sobresaliente, pero no recuerdo un sonido motor similar -que no de escape- en un 4 cilindros a 7.000 vueltas a como lo hace este boxer desarrollado por Subaru y afinado por Toyota.
La palanca de cambios es la parte que menos destaca, quizá más por haber probado recientemente el GR Yaris con uno de los mejores cambios manuales del mercado. Es larga y aunque sus recorridos son cortos y sus inserciones mecánicas, podrían serlo aún más habiendo cerrado el círculo de una experiencia al volante inmejorable.
Es un coche que permite disfrutarlo de muchas maneras, no solo «a la turbo» hundiendo el pie derecho en cualquier marcha para que el empuje venga solo. Se disfruta estirando las marchas, yendo a medio gas e incluso dando un simple paseo por lo cómodo que resulta. Voy bajito, sí, pero los asientos tienen un buen mullido y gracias al bajísimo centro de gravedad los amortiguadores y muelles trabajan en un rango más amplio que el de cualquier compacto que tiene que recurrir a tarados demasiado agresivos para que las ruedas sigan en contacto con el asfalto.
Curiosamente, en un libro conmemorativo del modelo que habla del desarrollo del GT86 con todo lujo de detalles y que me muestra su dueño, dice Tetsuya Tada que empezaron con recorridos más cortos y duros pero fueron alargándolos para acercar a un mayor público la experiencia de conducción sin necesidad de ser grandes expertos. ¡Impresionante!
En el Toyota GT86 estas Michelin Pilot Sport 4 (en unas discretas medidas de 225/45 R17) trabajan a la perfección permitiendo un paso por curva segurísimo sin peligros a que la cosa se desmadre. No hacen falta llantas de 19″, neumáticos de 265mm o frenos de 6 pistones. Lo simple aquí funciona. No lo he probado quitando las ayudas a la conducción por no ser mi coche y estar todavía conociéndonos pero tampoco he tenido la necesidad de hacerlo por cortar la diversión. De nuevo, el coche no va de eso.
En la actualidad la deportividad se concibe exclusivamente como todo o nada. Un sector donde 200CV ya se considera poco y si no pisas con el pie derecho en cualquier marcha y velocidad y tu cabeza no se pega al asiento como en un eléctrico, el coche no corre. ¿Es eso divertido de verdad? Es más cómodo, sin duda, pero basta meter segunda en una carretera de montaña y sin ni siquiera pisar a fondo, ir escalando revoluciones mientras poco a poco el coche va empujando más y más, para darte cuenta que que diversión y velocidad no tienen por qué ir de la mano.
Solo le he encontrado una pega y de esas que no tienen solución: no es descapotable, o por lo menos con techo tipo targa. Se habrían comprometido las plazas traseras y no se podría vender como coche utilizable de diario por sus 2+2 plazas y un maletero razonable, pero la marca tonteó incluso con una versión Roadster que nunca vió la luz y que para mi habría sido simplemente redonda, pues exploraría ese puntito final de sensaciones al volante que solo llevar los pelos al aire permite experimentar.
Ah, y los consumos. Con unas medias rozando los 9 litros (8,7l/100km marca el cuadro) no resulta el coche más económico del mercado pero…¿sabes qué? Creo que habrá pocos en la gasolinera con una sonrisa mayor que la tuya mientras le das de beber gasolina de la buena (idealmente el coche utiliza gasolina 98) y piensas en el tramo de curvas que te espera a continuación…
Un coche con carisma
Este Toyota GT86 es un coche que llama la atención. Gusta y la gente lo mira por la calle principalmente por su altura y en este caso en concreto, por el precioso color rojo de su carrocería. Ya desgrané en otro artículo la infinidad de guiños que tiene su exterior a los Toyota AE86 Levin y al 2000GT por lo que no los repetiré ahora, pero son detalles que diferencian al coche y hacen que su estética sea 100% única.
Su dueño ha solucionado el único punto mejorable de su estética original, sus llantas. Las de serie mezclaban radios mecanizados con radios pintados en negro intentando evocar las de sus antepasados pero el resultado desmerecía la estética más agresiva y deportiva del GT86 con sus afiladas curvas. En este GT86 se ha solucionado el problema de una manera muy elegante montando las llantas del restyling de 2016 que tienen las mismas medidas exactamente y al estar pintadas en color gris oscuro combinan a la perfección con el color de la carrocería.
Además por ser esta la primera generación mantiene detalles que con los restylings y sobre todo con la nueva generación GR86 se han ido perdiendo: la forma circular de los pilotos traseros, el paragolpes frontal heredado del concept FT-86 o el emblema «86» con los dos pistones enfrentados en la salida de aire de la aleta delantera. Una salida de aire que quizá no conocías que los ingenieros dejaron preparada para ser retirada fácilmente en caso de querer utilizarla para potenciar la refrigeración del motor en caso de querer aumentar su potencia.
En persona es de esos coches que ganan y mucho. Su alerón trasero en fotos parece pequeño pero en la realidad encaja a la perfección en su poderosa trasera, su mirada cabreada en el retrovisor incita a quitarse de en medio y basta abrir el capó delantero para encontrar uno de los motores más bajos que recuerde.
Paseo por dentro
El interior del Toyota GT86 es también realmente carismático e inconfundible con otro coche, problema que por ejemplo tiene hoy en día el GR Yaris y que parece no importar a nadie. Aquí todo se diseñó desde cero para crear una atmósfera de deportividad al rededor del conductor que se siente ya incluso desde el primer momento que te sientas en el asiento del acompañante.
El salpicadero es completamente vertical, quedando paralelo con el volante más vertical que yo recuerde después del de un Caterham Super Seven. La palanca de cambios perfectamente centrada en una moldura con forma de pistón también se puede accionar solo tras bajar el freno de mano que se encuentra a su izquierda, desvelando claramente su procedencia. Los plásticos duros pero bien rematados y la firmeza de sus ajustes terminan de certificarlo: es un coche japonés y se nota, para bien (mucho) y para mal (poco).
Pero es el cuadro de instrumentos el que se lleva la palma de este interior. Está presidido por un enorme velocímetro con fondo blanco con la línea roja empezando en las 7.5000 vueltas, que a su vez tiene un fondo gris con un patrón de dibujos que conmemoran la parrilla delantera del espectacular Toyota GT86. La vista es simple, sencilla y clara con el velocímetro a su izquierda, el nivel de gasolina y temperatura del agua a la derecha y dos pequeñas pantallas LCD que muestran la marcha engranada y alguna información más, demostrando que nadie necesita una pantalla con complicados gráficos.
Pero si hay algo que me ha asombrado de su interior es el espacio en sus plazas traseras tanto para las piernas como para la cabeza. Es un coche viable para dos adultos y dos niños de menos de 1,70m, algo de lo que por ejemplo un Ford Mustang no puede presumir siendo un coche sensiblemente más grande. Además el maletero tiene 243 litros, casi 100 litros más de los que tiene un Mazda MX-5 de 4ª generación por lo que permite alojar equipaje fácilmente para 2-3 personas sin necesidad de dejar muchas cosas en casa.
Conclusión: mejor que un GR Yaris
Cuando el Toyota GT86 salió al mercado en 2012 costaba exactamente 30.000€ con cambio manual y color rojo. Y lo sé a ciencia cierta porque por aquella época era el coche que deseaba pero que no pude comprarme. Decidí esperar y aunque el destino me llevó a otros coches esperando a que bajase de precio, siempre se ha mantenido en el entorno de los 20.000-25.000€, superando a día de hoy esos precios para las versiones post-restyling (2017 en adelante)…¡después de 12 años!
Y creo que, aparte de por su exclusividad pues en España no es un mercado atractivo para este tipo de coches, se debe a lo especial que es este Toyota GT86. No es un coche para ir atacado con el cuchillo entre los dientes devorando curva tras curva. Es de esos que disfrutas conduciéndolos BIEN, haciendo las cosas en orden y con buena letra y es entonces cuando el GT86 te recompensa con esas sensaciones que tanto nos gustan.
Me pregunta el dueño que si tuviese que escoger entre un Toyota GT86 y un GR Yaris para todos los días con cuál me quedaría y le contesto sin tener que pensármelo ni un minuto: con el GT86. Objetivamente es más lento, menos efectivo y consume más pero me hace sentir mucho más especial en cualquier situación y la cantidad de detalles, curiosidades y guiños lo han convertido incluso a día de hoy en un futuro clásico.
No he probado ninguna unidad post-resyling por lo que no puedo confirmar si merece la pena pagar los hasta 7.000 y 8.000€ de diferencia que piden por ellos, pero éste es el original, el primigenio, el que los ingenieros desarrollaron y en el que más cariño dedicaron por lo que sinceramente a mi no me hace falta probarlo para decidirme.
Yo ya he activado las alertas en mis páginas de compra-venta…y tú, ¿a qué estás esperando?